
Fidel Castro agota sus últimos cartuchos en la isla de Cuba. Vivo o muerto, su delegación del poder no pasará como un hecho intrascendente. Sus años y records a cuestas superan lo que nadie imaginaba. Muy bien explicaba un cronista gringo una de las grandes preocupaciones del dictador, si acaso la revolución sobreviviría a su persona. Es decir, si consideramos el proceso revolucionario cubano como netamente personalista, muerto Fidel, Bush and friends conseguirán el objetivo de sacar a Castro del mapa sin haber gastado un dólar.
En ninguna parte las sucesiones son tranquilas. Ya Estados Unidos ha pedido encarecidamente a los cubanos que vean todo este proceso de decrepitud y cáncer como "una oportunidad".
El oficialismo cubano (www.granma.cu) está resaltando ahora mismo las bondades de combatiente del hermano de Fidel, a fin de legitimarlo ante el pueblo.
De todo lo bueno/malo de los modelos Bush y Fidel se sabe demasiado. Es preciso que empiece ahora un episodio de búsqueda de alternativas en el pueblo cubano que seguramente los llevará a horizontes mejores alejados de ambas caricaturas.
Cuba pasó de ser "el burdel de América" a una de las dictaduras más antiguas del continente (que le lleva ron porsiaca para mirarla con más ternura). Por tanto, el pueblo se encuentra en el proceso difícil de mirarse al espejo, limpiar identidades de padre y madre y resignificar lo que se llama "identidad". Todo esto pensando que las misiones norteamericanas por "un mundo justo" y "por el bien" están a pocas millas.
Cruda tarea ¿no?.
Saludos desde El Malecón.
Reductiva es más.