Tengo sentimientos encontrados con el fútbol. Un deporte que he jugado poco por ser horriblemente malo, pero que me ha gustado mucho. Ciertas rumiaciones que han sido objeto de deliciosas sesiones de psicoterapia tienen que ver con el: si eras malo pa la pelota estabas out, ahora, después de los 25 si llegas al otro lado de la cancha nadie te molesta, lo importa es ver que corres (aún).
Es igual que desde esa posición de outsider tomada quise ser insider. Al igual que nuestro viejo amigo radial Julio Martínez, JM, Pedro Carcuro Leone, Sergio Roberto Livingstone. En algunos casos cuando vieron que no podrían seguir jugando a la pelota se retiraron al micrófono, otros como don Julio o Carcuro, también Aldo Rómulo supongo, se aburrieron de pedir la entrada al campo, esperando que alguien se lesionara o pidieran cambio.
Así fueron engordando, a punta de copete y buena bohemia, hablando de fútbol en los cafés y ahora desde los hoteles.
Los que eternamente pedimos el cambio no podemos sino sentirnos identificados con los relatores de fútbol, con los comentaristas, con el informador de cancha. Comunes y corrientes a los que a veces pedimos demasiado.
No hay nada que una más a los hombres que el fútbol. Esa especie de comunión que muchos han explicado mejor que yo ahora. Mi comunión consistía en cierta radio de un cassette puesta en el living de mi casa a todo volumen, mientras yo gambeteaba torpemente lámparas, muebles y al perro (quien a veces me quitaba el balón). Mi comunión consistió en llantos (UC Campeón 1997), reconciliaciones (la vuelta al estadio con mi papá este año) y en fin, tanto asado, tanto sentir, tanta diferencia social minimizada por un momento.
Julito Martínez iluminó, en mejores momentos, la imaginación de mi papá, de mi abuelo: "buenos días señor, buenos días señora...buenos días niños, buenos días niñas y así así..." quince minutos saludando...
Transportado en tiempos donde en verdad se podía conversar de cualquier cosa, mezclar la política dura con trivialidades del vecindario y del clima. La jornada sabatina inolvidable después de Don Francis de los 80s con "su tarde primaveral en Ñuñoa", la expertiz en discursos, la expertiz en homenajes fúnebres, la expertiz en labia popular, sabiduría popular, comentarios al pasar, triunfos morales de cierto Chile que ya se fue.
Grande Maestro!
reductiva es más