En este instante es imposible no compartir el regocijo de la tarea cumplida. De todos esos rostros de la televisión moreteados por tanto codazo en
backstage que se unen y alzan sus brazos en señal de triunfo, valorizándose más. De las empresas, que externalizan su responsabilidad social empresarial mediante unos sesenta palitos, en virtud de esta obra, nuestra obra.
¿Que más?. Constatar que me muevo como un niño observando a Don Francis, leyenda viviente. Que disfruto con solaz cada uno de sus movimientos. Nunca he podido conocer a Don Francisco. Siempre soñé que en algún momento volteara su mirada y me sacara del mundo de las leyes y de los Tribunales de Justicia.
Ideológicamente, La Teletón es compatible con el modelo de Estado subsidiario (el Estado sólo actúa cuando los privados no quieran o lo hagan deficientemente). Por eso, no conozco a nadie de izquierda (dura, por supuesto) que la valore. Pero que dependa de la buena voluntad de un montón de privados el destino de los minusválidos de Chile es por decir lo menos aterrador. Apelar a la lágrima y a la caridad para igualar es extraño, pero útil.
Dudo que el gobierno Up hubiese valorado esta maratón. El mismo Don Francisco reconoce el sábado que Rolf Luders, ex biministro del régimen del desahuciado AP, le dio el primer espaldarazo poniendo al servicio de la campaña su manto de empresas relacionadas.
Sabemos que cuando Don Francisco quiere algo, lo consigue, incluso - reconoce - por medio de triquiñuelas "piadosas". Como
self made man salió de un hospital de Talca, vivió la persecucuón nazi y llegó a la precaria tele chilena de los sesenta. Don Francisco como la subsidiariedad personificada, estuvo en
el lugar y en el momento preciso. Igual que toda su vida.
Por tanto, críticas aparte, es difícil que el Estado pueda, mientras perdure el modelo así como lo concebimos, tener tan buen servicio como los centros Teletón. Si los chilenos bramamos con las alzas de cualquier cosa, impuestos incluidos, que los centros Teletón dependan de nuestro arbitrio anual y no de una decisión conjunta de acerca de donde van nuestras platas, es una lógica consecuencia de nuestra propia participación en el modelo de sociedad que queremos.
Si todos aplaudimos cuando Fonasa le dió su aporte a la Teletón, eso sí que es raro ¿no?.
reductiva es más